Cicatrices

Erika levanto la mirada, se estrujo los ojos y vio que era su esposo llegando a las 3 de la mañana nuevamente, ya había pasado tantas veces que lo único que ella hacia era decirle: Cámbiate y duerme ya. El se acurrucaba al lado de ella, tenia la conciencia echa mierda, tenia el alma marcada, tenia llagas dentro que no se curaban, ni siquiera llenándose de mierda en el organismo. 

Ella se acomodo para hacer mas campo en la cama, Carlitos estaba al lado de ella, siempre que su Papá tardaba en llegar, el pequeño solía ir a dormir al lado de su madre. Se hicieron cómplices viviendo una historia que causaba dolor, no un dolor directo, sino esa clase de dolor que sientes cuando ves como alguien se hace daño y no puedes hacer nada para ayudarlo, puesto que el debe dar el primer paso.

Al día siguiente ella seguía una rutina, dejar que el duerma hasta medio día, cocinar algo simple pero con amor, platicar con Carlitos y jugar con el mientras le ayudaba a hacer su tarea. 

"Mama, porque Papá siempre llega tarde?"

Siempre se había imaginado el día en que esto ocurriría, ella agacho la mirada y le explico que su Papá tenia problemas en su corazón, no por ella, tampoco por el... era una tristeza que a veces le llegaba del pasado y ni la felicidad enorme que ellos pudieran darle en el presente, alcanzaba para que Papá olvide sus penas, y que por eso a veces, solía quedarse caminando hasta la madrugada, quitándose la tristeza para llegar bien donde ellos.

Carlitos miro a su mama y le dijo: Ojala pronto Papá deje de estar triste, yo quiero jugar con el mas seguido.

Esa misma noche ella decidió que necesitaba pensar, fue a caminar un rato sola, el, como de costumbre se levanto pasado el medio día, comió... tenia esa mirada de culpa, la usual mirada que causaba dolor en ella, odiaba ver como el se destruía de a poco, pero era demasiado cobarde o demasiado soñadora... no lo iba a dejar así de fácil.

La caminata sirvió de mucho, ella finalmente entendió que no importaba el amor que ella sentía por el, no importaba el amor que el sentía por ella... solo importaba ese pequeño. 

El nunca le grito, nunca le levanto la mano, pero sin necesidad de llegar a maltrato emocional o físico, el vivir a su lado apago tanto a ese ser brillante que ella solía ser. 

El cuidar de el, el apoyarlo, el secar sus lagrimas días después de que el intentaba mantenerse limpio, todo aquello consumió el brillo que ella solía tener. Y se dijo a si misma: Carlitos me merece completa, brillando y siendo la mejor mama que puedo ser. 

Llego a casa, vio que el estaba durmiendo, comenzó a doblar su ropa, la de su pequeño... de pronto comenzó a llorar, mas que nunca, sollozaba, intentaba no hacer ruido, no quería despertarlo, pero fue inevitable... El se despertó y sorprendido le pregunto: Que haces? 

Ella apenas balbuceo unas palabras: Me iré, Carlitos esta con mi prima, pero esta noche nos marchamos ambos, no podemos seguir así.

El se levanto de inmediato, corrió a quitarle la ropa de las manos, le dijo con lagrimas en los ojos que esa vida no seria para siempre, le dijo que por favor no lo deje, le dijo como usualmente lo hacia, que el estaría mal sin ella. 

Erika ya se había preparado emocionalmente para aquello, sabia que el diría eso, sabia que el la amaba, pero también sabia que el amor que el sentía no era parecido al amor que ella sentía por el. 

Después de muchas lagrimas, después de mucho dolor, ella por fin abrió una cicatriz en su corazón, una nueva, una que al final seria la única cicatriz entre tantas, pero la única que valdría la pena.... 

Continuará......