lunes, julio 12, 2021

Hermana de Jesús

No pasa un día sin que te piense, te recuerde y te extrañe.

Agradezco mucho poder vivir mi luto de esta forma, siento que es más tranquila de lo que alguna vez imaginé...

Pero hay días en los que siento rabia e impotencia... veo festejos, fiestas, aglomeraciones sin necesidad y personas que no quieren vacunarse por x razón. Pienso en las oportunidades de vida desperdiciadas y la poca falta de respeto a la vida.

Me dejo juzgarlos, me permito reprocharles dentro mío porque al mismo tiempo quiero que esto que siento salga y deshabite mi cuerpo y mente. Negarlo sería como invitarlo a que se quede por más tiempo y es algo que no quiero.

Últimamente me he sentido más cerca de Dios, me gusta volver a conocerlo y replantear la figura que siempre tuvo en mi vida, la figura que muchas veces hace que personas de diferentes religiones se sientan más "privilegiadas" que los demás, odio eso, odio la superioridad moral con la que muchos religiosos viven su día a día.

Pero hemos venido a este mundo a aprender, somos almas tan perfectas que elegimos venir y asumir esta personalidad humana para poder aprender en la tierra las lecciones más difíciles. Pensar en Jesús viniendo a la tierra porque así lo decidió y que tuvo sentimientos de ira, impotencia, miedo y tristeza... me hace verlo más como el hermano que vino a ser.


La Biblia muestra a un Jesús perfecto, un Jesús que desde que nació fue un ser divino, pero no hay divinidad en su enojo e ira que sentía cuando veía que entre el pueblo reinaba la avaricia, codicia y el enriquecimiento de unos cuantos... ese Jesús fue el Jesús liberal y revolucionario, no fue un Jesús de amor. Qué difícil sería que todos aceptaran que esas emociones estuvieron tan presentes en la vida de Jesús como en la de nosotros. Después de todo nosotros no somos nuestras emociones, porque las emociones son pasajeras y no están destinadas a permanecer en nuestro cuerpo para siempre.

Me gusta ver a Jesús así, como mi hermano, eligiendo venir a este mundo a aprender y enseñar, un Jesús resonando en nuestros corazones después de todo lo que aprendió cuando eligió su personalidad humana.

Jesús no vino a la tierra a triunfar, Jesús vino a enseñarnos y a aprender, por eso es que cuando vemos las dificultades en nuestra vida tenemos que ser menos duros con nosotros mismos, reconocernos como los seres grandiosos que somos por haber escogido ciertos aspectos para enfrentarnos a aquello que más nos cuesta.

Somos como niños asustados en una noche oscura necesitando ir al baño... nosotros decidimos apagar la luz para poder vencer nuestros miedos, para poder sanar nuestras heridas y dejar aflorar la valentía que tenemos dentro pero que se estaba escondiendo.

Me gusta pensar en mi como la hermana de Jesús, reconociéndome tan valiente como para elegir algo que Jesús también eligió.

Y te reconozco así Wil, como un alma muy valiente y mi alma compañera. Somos eternidad, somos amor incondicional y espero realmente poder llegar a despertar ese amor mientras esté con esta personalidad.

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