Quedará latente por siempre el recuerdo de aquel día…
Recuerdo que tal vez nadie notó…
Un día cualquiera que compartimos algo nada especial…
Y es que cada momento “sin importancia”, al final termina siendo importante.
Acabábamos de tomar té… y para no aburrirnos, empecé a cambiar de canal buscando algo que mirar…
Llegué al canal ese… era una película que ya había visto muchas veces, pero que pensé que tal vez a ella le gustaría mirar…
Cuando recordé, éramos ambas mirando muy atentamente “Titanic”, riéndonos de como Jack intentaba subir al barco con su pase de “3ra clase”, mientras que los de “First Class” estaban hasta teniendo una bonita experiencia al abordar…
Con comentarios de ella diciendo: “Como es la vida no mary? Mirá tanta diferencia…”
El tiempo se fue rápido! Realmente rápido! Seguíamos solas mirando el final de esa película cuando…
“ohh!!! Ya son las 8:30! Mamá! Su remedio!, la cena! (*siempre tomaba su remedio antes de la cena, pero nos olvidamos de cenar*), y a lo sumo dormíamos a las 10 de la noche… y la cena! Jejeje cenábamos a más tardar a las 7 de la noche.”
En ese momento de nuevo alisté nuestro té con pansito y ella tomó su remedio. E inmediatamente comenzó otra película, era “Noé” la versión nueva… mientras ella me contaba de como recordaba que se relataba esa historia en la biblia… nos sorprendíamos al ver a las grandes criaturas de roca…
Tuve que googlear un poco para responder las dudas que ella tenía… y pues que por lo mismo también las tenía yo.
…Fue una tarde-noche de ver y compartir historias con la abuelita… hasta el siguiente día nos reíamos al recordar que estuvimos hasta las 11:30 mirando películas, ella se burlaba diciendo: Y eso que vos te dormís temprano! Anoche no te dio sueño.
Como esa tarde, hay muchas más… hay muchas más en mi memoria.
Hay días, tardes, mañanas que recordaré con aquel toque que sólo ella podía darle… llenas de historias, historias de valor, de coraje… de “esfuerzo” y una que otra vez… historias “graciosas”, como el del nacimiento de mi papá…
Historias que sólo las conocí por ella, que me hicieron querer más a mi papá, historias que me mostraron que vengo de una familia luchadora, guerrera y muy VALIENTE!
*Recuerdo el velorio y entierro de mi abuelo hace añosss, el papá de mi papá… no lloré delante de nadie… no podía, pero cuando mi “en ese tiempo” mejor amiga llegó y me acompaño a la cocina… la abracé y solté a llorar… a solas con ella… de alguna manera no se me da llorar delante de otras personas…
Pero en estos días, al ver a mi papá después de la noticia… no pude evitarlo, era aquel hombre que me dio la vida, aquel hombre fuerte y valiente estando devastado por lo sucedido… aquel hombre que siempre vio y lucho! Y porqué no, hasta peleó por el bienestar de su mamá… aquel hombre con el dolor en el pecho, con la herida abierta… necesitando un abrazo. Lo abracé y solté a llorar, intentando que me pase algo de la carga enorme que llevaba su corazón…
Ayer tuve un momento crítico… quise soltar a llorar… pero y tal vez nadie entienda… no me gusta que Ariadne me vea llorar, y aunque el dolor latía y estaba a flor de piel… de rato en rato se me pintaba una pequeña sonrisa cuando la recordaba a mi lado riendo, contándome anécdotas, y porque no… hasta renegando por algo.
Una sonrisa se me escapó de pronto cuando no podían alzar muy bien el cajón y recordé de como ella se sorprendía al ver que yo no era tan debilucha como luzco… siempre tenía miedo de que sólo yo esté cuando ella necesitaba caminar o bajar las gradas… pero luego se daba cuenta y me decía: Tan flaquita y débil te ves! Habías sido fuerzuda marielita. Y pues me imaginé ayudando a levantar su cajón, pero luego pensé que tal vez al verme, los demás, creerían que quería llamar la atención, y pues no… solo me quedé sonriendo al recordarla sorprendida de manera agradable, por mi estado no “débil y sin fuerza”. Aún no ha llegado el momento de desahogar la pena por el “hasta pronto”, pues el “Adios” nunca se lo daré.*
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